sábado, 16 de enero de 2016

El Tambor

El Tambor:   Aquí sigue siendo un instrumento puramente artesanal, que sólo saben construir determinadas y escasas personas especializadas. Para el moratallero, el tambor no constituye un elemento valioso por el precio de sus componentes, sino por el hecho de hacer coincidir el esfuerzo de varios meses de trabajo con el <> que supone la conjunción y asonancia de dichos componentes. Cuando un tamborista que se precie ha conseguido <> un buen tambor, no lo cambiará por nada del mundo, de ahí que lo cuide como algo único e insustituible. Muestra de nuestro carácter tradicional es que nuestros tambores no conocen el plástico y siguen utilizando una piel de oveja y otra de cabra, lo que supone, además de un laborioso proceso artesanal, una mayor fragilidad y, sobre todo, que cada una sea diferente y, además, no fácilmente reemplazable. Aunque se ha impuesto el uso de los tornillos, es cierto que están reapareciendo tambores de cordel que parecían condenados a la desaparición. Bienvenidos sean. Por tanto, si eres forastero, piensa que un buen tambor es solo más valioso para un tamborista. Si, por otra parte, quieres comprar uno, no lo puedes adquirir en ninguna tienda sino en casa de un artesano y encargándolo con varios meses de antelación puesto que no se fabrican en serie, sino personalizados.

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